Compasión
A
veces vivimos en medio de una pueblo cristiano que no conoce o no utiliza la
palabra compasión. Estamos tan acostumbrados a ser duros con las personas, a
darle la espalda a los que pecan y son descubiertos, a desechar a aquellos que
ya no nos son útiles y convertimos sin darnos cuenta el cristianismo en “club
exclusivo para perfectos”.
Yo
no soy perfecto, pero si soy perdonado y estoy siendo transformado cada día de
mi vida y esa obra que Dios comenzó cuando le abrí mi corazón terminara el día
en el que Él venga por nosotros.
Siendo
sincero a mi me costo mucho poner en practica la palabra compasión, crecí en un
ambiente cristiano en donde me exigían sin que se viera como tal, que fuera
perfecto en todo, en mi manera de vestir, de hablar, de comportarme y hasta de
peinarme el cabello, era una insistencia tal que al ver que otros no cumplían
con dichos requisitos tendía a pensar que no eran cristianos o que no habían
tenido un encuentro real con Dios.
A
veces con nuestros inventos sobre la vida cristiana lo único que hacemos es
cerrarle la puerta a las personas para que conozcan de Jesús, ya que al
inventar un Standard tan elevado de vida cristiana lo único que hacemos es que
la gente se de cuenta que no podrá llegar a “ese nivel” que predicamos y con
ello lo que la gente hace lejos de acercase a Dios es alejarse y darse cuenta
que no pueden pertenecer a ese grupo de personas “súper perfectas”.
Yo
predico un evangelio no para los perfectos, sino para los que no lo somos, para
aquellos que reconocemos que necesitamos de Dios cada día, para aquellos que
reconocemos que todos los días es una oportunidad más para intentar agradar a
Dios y que si en algún momento fallamos, tenemos gracias a su misericordia la
oportunidad de reivindicarnos e intentar ser mejores para Él, pero esa
intención solo puede nacer de un corazón que es agradecido y que ama al Señor,
no por una imposición ni por una amenaza, sino por una decisión que proviene
del darse cuenta lo que Dios ha hecho, esta haciendo y hará en nuestra vida.
¿Cómo
estas tratando a los que les es difícil agradar a Dios?, ¿Estas desechando a
los que pecan?, ¿Les das la espalda a los que fallan?, ¿Te olvidas de los que
un día te fueron útiles para la obra pero que ahora ya no?, ¿Cómo son tus
actitudes hacia esa clase de personas que no llenan el “Standard” que tu
necesitas?, ¿Los ignoras?, ¿Los desprecias?, ¿Les cierras las puertas?
A
veces deberíamos reflexionar un momento sobre nuestras actitudes hacia nuestro
mismo pueblo, hacia nuestro mismo cuerpo, porque estamos siendo demasiados
duros, en lugar de restaurar estamos terminando de sepultar, en lugar de
levantar, los dejamos en el suelo, no estamos teniendo compasión por la gente.
Al
leer la Biblia deberíamos tomar ejemplo de nuestro Señor Jesucristo en cuanto a
su compasión hacia las personas:
Compasión
por los perdidos y confundidos:
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” Mateo 9:36
(Reina-Valera 1960)
Compasión
por los enfermos y necesitados:
“saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y
sanó a los que de ellos estaban enfermos.” Mateo 14:14 (Reina-Valera 1960)
Compasión
por los hambrientos y débiles:
“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente,
porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos
en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.” Mateo 15:32
(Reina-Valera 1960)
Si
queremos vivir y reflejar un verdadero evangelio tenemos que tener compasión de
la gente, no hablo de ignorar el pecado o de acariciarlo, ni mucho menos de
felicitar a los que fallan, hablo de compresión, de amor, de ayuda, de
restauración, ¡De eso hablo! Pero para ello necesitamos tener primero compasión
para poder actuar.
Hay
un consejo que el Apóstol Pablo da a los Gálatas que deberíamos tener muy
presente nosotros a la hora de juzgar o querer reprender las acciones de otros,
el Apóstol Pablo aconsejo lo siguiente:
“Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado,
ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con
ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma
tentación. Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de
esa manera la ley de Cristo. Si te crees demasiado importante para ayudar a
alguien, sólo te engañas a ti mismo. No eres tan importante. Presta mucha
atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de
haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie. Pues cada uno
es responsable de su propia conducta.”
Gálatas 6:1-5 (Nueva Traducción Viviente)
Hoy
quiero invitarte a dejar de desechar o ignorar a los que fallan, a los que
pecan, a los que realmente les cuesta ser fieles a Dios, en su lugar ayúdalos, ámalos,
ten ojos de compasión para ellos, restáuralos con ternura y humildad, sabiendo
que en cualquier momento nosotros también podemos cometer errores semejantes.
Trata
a cada persona como te gustaría que te trataran si estuvieras en su lugar, no
olvides que estamos acá para restaurar, para ayudar y no para criticar y
derribar.
Vivamos
cada día sabiendo que cada uno de nosotros tenemos áreas difíciles de
sobrellevar que a lo mejor no son publicas pero si privadas, por ello tengamos
compasión los unos de los otros, en lugar de criticarnos entre nosotros,
ayudémonos a salir adelante de todo y con ello agradar a Dios.
Si
ves a alguien que ha caído, no lo pisotees ni lo ignores, detente, extiende tu
mano, levántalo, ayúdalo a curar sus heridas y llévalo nuevamente a la cruz del
calvario para que Cristo pueda restaurar esa vida nuevamente y por completo,
entonces allí comenzaras a hacer lo que Dios quiere que hagamos nosotros sus
hijos, pues somos hermanos e hijos de un mismo Padre, tratémonos y vivamos como
tales.
¡Ten
compasión!
Autor: Enrique Monterroza
Escrito el 24 de Septiembre de 2012
Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org
Autorizado para
publicarse simultáneamente en: www.devocionaldiario.com - www.enriquemonterroza.com y http://reflexionesydevocionales.blogspot.com
1 Comentarios
Cuando no das la talla parece que no somos nadies en esta vida,pero porqué no tratas de ayudar al que está necesitado de amor y de tantas otras cosas.No es la mejor decisión darle la espalda a otras personas cuando están a falta de cariño o a una palabra de aliento,porque en esos momentos es cuando más lo necesita,no le ignoremos no le hagamos sufrir,no merece la pena.Al fin y al cabo todos somos hijos de un mismo Padre.¿Para que tanta envidia,tanto enojo? si todos pertenecemos al mismo Reino de Dios.
ResponderEliminarHay que procurar de tratar a las personas como quieres que te trate a ti.Dar lo mejor de nosotros mismos,Dios nos lo agradecerá.Y seremos
buenos hijos en sus manos.Porque Él lo ve todo.
cuando alguien caí ayuda a que sé levante y te ganarás la gloria.Nadies nace sabiéndolo todo, nos queda mucho por aprender y enseñar al que no sabe.Ten compasión del pobre que también tiene derecho a saber vivir.Y amar a Jesús.Bello mensaje y muy bien redactado.que Dios les bendiga a todos los que hacen posible estos escritos.Son de gran ayuda.GRACIAS.
Gracias por dedicar un momento de tu tiempo para Comentar este tema, creeme que tu aporte será de mucha Bendición.
EmojiTrata la manera de no desviarte del tema a la hora de comentar. Nos reservamos el derecho a publicar tu comentario.