Busquemos a Dios
Uno de esos momentos en donde te
sientes como en un desierto, en donde pareciera que estas cada vez más lejos,
en donde tus oídos apenas alcanzar a escuchar lo mucho que Dios te habla y es
que algo ha cambiado, algo hay diferente, tú has cambiado.
Y es que tenemos que entender que
Dios nunca cambia, que el mismo Dios que sentías hace años es el mismo Dios que
ahora está cerca de ti con la misma intención de abrazarte y hablarte al oído.
A veces vamos por la vida creyendo
que Dios cambió, que ya no nos ama igual, que ya no somos de su agrado como lo éramos
antes. Y es que sacamos esas conclusiones al notar que nuestra vida espiritual
ya no es la misma, cuando notamos que somos fríos espirituales, cuando notamos
que ya no le sentimos gusto a las cosas espirituales como antes lo sentíamos y
no porque Dios haya cambiado, sino más bien porque NOSOTROS HEMOS CAMBIADO.
¿Qué paso?, te diré lo que paso aunque sé muy bien que lo sabes:
·
Dejaste poco a poco la comunión que antes tenias
con Dios. Ya no lees la Biblia, ya no oras y si lo haces ya no con la misma
devoción de antes.
·
Dejaste de tener tus ojos puestos solo en Dios y
comenzaste a fijarte en los errores de los demás para ponerlos como excusa de
tu frialdad.
·
Le comenzaste a dedicar el tiempo que le
dedicabas a Dios a otras cosas que lejos de edificarte se fueron apoderando de
tu atención.
·
Dejaste de tener aquella humildad que te hacia
reconocer tus errores y en su lugar te convertiste en juez de los demás.
·
Poco a poco dejaste tu amor por Dios. Y es que
aunque digas que amas a Dios con todas tus fuerzas tus acciones dicen lo contrario.
¿Qué puedo hacer?, te diré lo que tienes que hacer aunque estoy
seguro que lo sabes:
·
Dedica tiempo a la lectura de la Biblia y a orar
con dedicación a Dios.
·
Pon tu vista solo en Dios y deja de excusar tu
frialdad en los errores de los demás.
·
Dedícale el tiempo que Dios se merece que le
dediques y que tu atención este puesta principalmente en Dios.
·
Se humilde para reconocer que te has alejado de
Dios y que no eres el mismo. Deja de juzgar a los demás y comienza por juzgarte
a ti mismo que buena falta te hace por si no te has dado cuenta.
·
Vuelve a amar a Dios más de lo que un día lo
amaste, pero no en simples palabras, sino con hechos, que tus acciones hable de
lo mucho que amas a Dios.
Vivimos en un
tiempo en donde cada día se nos presentaran muchos obstáculos que nos querrán desviar
de nuestra relación personal con Dios, pero depende de cada uno de nosotros si
permitimos que eso pase o vencemos esos obstáculos y nos acercamos más a Dios.
La única forma
para salir de los desiertos de la vida es a través de la humildad y la búsqueda
continua de Dios, pero no una búsqueda que se haga monótona y rutinaria, sino
más bien una búsqueda que nazca de un corazón necesitado y deseoso de
encontrarse con su creador cada día.
Busquemos a Dios, pero hagámoslo con
humildad y con un deseo que arda en nuestro ser por encontrarnos con él y
disfrutar de su presencia en nuestra vida, esa presencia que echa fuera todo
temor o sentimiento de soledad, esa presencia que nos renueva y nos da nuevas
fuerzas para seguir en la lucha que a diario enfrentamos, esa presencia sin la
cual no somos nada pero con la cual somos más que vencedores.
"Dios
mío, tú eres mi Dios.
Con ansias te busco
desde que amanece,
como quien busca una fuente
en el más ardiente desierto.
¡Quiero verte en tu santuario,
y contemplar tu poder y tu grandeza!
Más que vivir,
prefiero que me ames.
Te alabaré con mis labios.
¡Mientras viva te alabaré!
¡Alzaré mis manos para alabarte!
¡Con mis labios te alabaré
y daré gritos de alegría!
¡Eso me dejará más satisfecho
que la comida más deliciosa!
Me acuesto y me acuerdo de ti;
durante toda la noche
estás en mi pensamiento.
¡Tú eres quien me ayuda!
¡Soy feliz bajo tu protección!
¡A ti me entrego por completo,
porque tu gran poder es mi apoyo!"
Con ansias te busco
desde que amanece,
como quien busca una fuente
en el más ardiente desierto.
¡Quiero verte en tu santuario,
y contemplar tu poder y tu grandeza!
Más que vivir,
prefiero que me ames.
Te alabaré con mis labios.
¡Mientras viva te alabaré!
¡Alzaré mis manos para alabarte!
¡Con mis labios te alabaré
y daré gritos de alegría!
¡Eso me dejará más satisfecho
que la comida más deliciosa!
Me acuesto y me acuerdo de ti;
durante toda la noche
estás en mi pensamiento.
¡Tú eres quien me ayuda!
¡Soy feliz bajo tu protección!
¡A ti me entrego por completo,
porque tu gran poder es mi apoyo!"
Salmos 63:1-8 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
¡Busquemos a Dios!, ¡Es hora de buscarlo!
Por Enrique Monterroza
Escrito el 7 de Julio de 2015
Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org
Autorizado para publicarse simultáneamente en: www.devocionaldiario.com – www.enriquemonterroza.com y http://reflexionesydevocionales.blogspot.com
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